Fermín López Costero [?] inserta el imaginario de la obra en la figuración del clásico «teatro de sombras». En efecto, a lo largo del libro se confunden, como él apunta, lo real y lo fantástico, el ser y el no ser. Y también, como es normal en el mundo del verdadero minicuento, están presentes otras sombras de todo tipo.
[?] en algunos casos juega con el horror, como en otros con la ficción científica o con las alteraciones espaciales, aunque siempre un humor sutil late a lo largo de los relatos.
[?] lo que predomina en el conjunto es el mundo de los fantasmas y la espontaneidad cotidiana con que aparece la muerte.
José María Merino